Infoxicación: cómo la sobrecarga informativa está afectando tu mente y cómo combatirla
La combinación de “información” e “intoxicación” describe el consumo excesivo de contenidos que, lejos de enriquecer, saturan la mente y minan la capacidad de discernir y pensar con claridad.
La explosión informativa de internet y las redes sociales, aunque democratiza el acceso al conocimiento, ha traído consigo un fenómeno que los expertos denominan infoxicación. Este neologismo, que combina “información” e “intoxicación”, describe el consumo excesivo de contenidos que, lejos de enriquecer, saturan la mente y minan la capacidad de discernir y pensar con claridad. En este contexto, el pensamiento crítico se erige como una herramienta indispensable para navegar el complejo ecosistema digital.
“La infoxicación no solo nos confunde, sino que también nos hace sentir desubicados. Consumimos tanta información que ya no sabemos qué es útil y qué no”, advierte Santiago Zea, docente del programa de Sociología de Areandina, sede Bogotá.
Este fenómeno, impulsado y en auge por la hiperconectividad, la omnipresencia de las redes sociales y la inmediatez informativa, ha transformado radicalmente la manera en que las personas procesan la realidad.
Al respecto, Zea explica que la presión constante por estar al día con absolutamente todo, incluso con información irrelevante, desencadena consecuencias como el aumento de la ansiedad, la disminución de la concentración y la erosión de la capacidad de análisis profundo.
“El miedo a perdernos de lo último en internet —lo que hoy se conoce como FOMO— nos empuja a consumir información sin filtro. Pero no todo lo que circula es valioso o verdadero”, añade.
Cinco claves para blindar la mente en el laberinto digital
Pensar mejor no se refiere a la adopción de una única forma “correcta” de razonar, sino al desarrollo de la habilidad de reflexionar, cuestionar y, sobre todo, seleccionar la información que verdaderamente añade valor a nuestras vidas.
Para el experto, este proceso demanda un entrenamiento mental consciente y una profunda comprensión del entorno digital. “Lo más importante para cuidar y educar la mente en la sociedad digital es hacer que lo digital sea un potenciador de lo humano, no un reemplazo”, afirma Zea, en sintonía con el enfoque de Humanismo Digital que promueve Areandina.
En esta línea, comparte cinco consejos prácticos para cultivar el pensamiento crítico en medio de la infoxicación:
1. Cuestione cada contenido: No asuma que algo es verídico solo por su viralidad en redes o porque proviene de una fuente conocida. La verificación es esencial.
2. Identifique sus sesgos cognitivos: Reconozca que los humanos están naturalmente propensos a aceptar aquello que concuerda con sus creencias preexistentes. Este autoanálisis es el primer paso hacia un pensamiento más objetivo.
3. Use la tecnología con propósito: Oriente el uso de sus dispositivos. Siga cuentas educativas, descargue aplicaciones que promuevan el bienestar y priorice información que se alinee con sus objetivos personales y profesionales.
4. Establezca pausas digitales: Designe momentos específicos del día para desconectarse de las pantallas. Actividades físicas o interacciones sociales pueden oxigenar su cerebro y restaurar su enfoque.
5. Fortalezca los vínculos reales: La interacción cara a cara con otras personas no solo enriquece el pensamiento, sino que también contribuye significativamente a la salud emocional.
El docente de Areandina, también subraya que, aunque las redes sociales son un foco principal de infoxicación por su diseño orientado a la retención de la atención, es totalmente posible recuperar el control. “Si cambiamos lo que consumimos, las plataformas también cambiarán lo que nos ofrecen. El algoritmo se adapta. Basta con seguir cuentas útiles, comentar contenido valioso y dejar de interactuar con lo que no aporta”.
En definitiva, en un tiempo donde la información es poder, la capacidad de elegir qué consumir —y qué ignorar— se convierte en una forma de inteligencia superior. Aprender a pensar críticamente en medio de la infoxicación es, en última instancia, un acto de autocuidado fundamental.