Vivimos en la era dorada de la longevidad. Somos protagonistas privilegiados de este tiempo que nos propone vivir más y mejor. Pero esto encierra grandes desafíos y algunas paradojas para la ciencia y la medicina, que pareciera no llegar a tiempo con soluciones concretas para muchos males que crecen exponencialmente entre las sociedades envejecidas.

La investigación científica se enfrenta en este siglo XXI a una paradoja central: los seres humanos alcanzamos la mayor expectativa de vida desde que se tiene registro -se espera que la media global sea de 77 años en 2050-, pero este incremento en la edad, en un porcentaje cada vez mayor de la población, es acompañado por la prevalencia de las enfermedades neurodegenerativas, intrínsecamente vinculadas al envejecimiento.

Por eso, todo avance médico frente a las distintas formas de demencias, y en especial a la Enfermedad de Alzheimer (EA) -que es la forma más habitual de demencia- nos interpela especialmente. Hoy, se estima que en el mundo más de 55 millones de personas viven con Alzheimer y otras demencias. Además, por el crecimiento de las poblaciones envejecidas, este número podría triplicarse para 2050, y llegar a más 150 millones, según un amplio estudio publicado en la revista The Lancet Public Health.

Resiliencia cognitiva, el concepto que puede modificar el pronóstico del Alzheimer

Foro mundial en Ámsterdam

Ante ese escenario, es alentador recibir buenas noticias. Y los científicos e investigadores lo están haciendo. Esta vez, un científico argentino brillante provocó junto a un grupo de investigadores del país y del mundo una verdadera revolución en el Congreso Mundial de Alzheimer 2023 -que finaliza hoy y se celebra en Ámsterdam- con una idea que aparenta ser simple, pero que detrás tiene solidez de todo tipo: evidencia, cifras e investigación.

Es una mirada sobre el Alzheimer (EA) que se afianza y está basada en la detección de determinados biomarcadores genéticos (Apo-E) que una vez individualizados permiten establecer una especie de score sobre el grado de susceptibilidad de esa persona de desarrollar o no la enfermedad neurodegenerativa.

Una vez definido esa especie de umbral o “score” genético aparece un nuevo término que muestra un nuevo paradigma en el tratamiento del Alzheimer: cuál será la resiliencia cognitiva de esa persona, ¿se podrá retrasar, posponer o inhibir la aparición de la EA y otras demencias asociadas?

El Congreso Internacional de la Asociación de Alzheimer (AAIC) reúne a los especialistas internacionales en la fascinante y eléctrica ciudad holandesa de Ámsterdam y es el marco perfecto para la divulgación y acceso de las últimas novedades sobre la enfermedad. Esta cumbre de expertos abrió con una noticia que dio vuelta al mundo y que tiene detrás a una científico argentino: el médico neurólogo y decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Luis Ignacio Brusco.

Además de conducir la Facultad de Medicina más renombrada de América Latina, el doctor Brusco, en su carácter de neurólogo, psiquiatra y filósofo, se ha especializado en los últimos años en estudiar e investigar la enfermedad de Alzheimer. Y ahora, tras los hallazgos reveladores de dos estudios en los que participó como investigador líder, revolucionó el debate global y local.

Brusco enfatizó en las investigaciones sobre el control de los factores de riesgo, especialmente cardiovasculares y/o metabólicos, y la detección temprana de biomarcadores (Apo-E) -como señaló junto a sus colegas en los papers- asociados a síndromes demenciales como la Enfermedad de Alzheimer (EA), la Demencia Vascular (DV) y la Esclerosis Múltiple (EM) son fundamentales para prevenir y frenar la progresión de estas patologías.

Los resultados del estudio “P4-267: Cognitive resilience: APOE-e4 and mixed dementia” publicado en The Journal of Alzheimer´s Association y que el doctor Brusco adelantó en exclusiva a Infobae, plantea dos aspectos cruciales: el papel de los biomarcadores genéticos en el riesgo de padecer Alzheimer y cómo esto se vincula a la resiliencia cognitiva, un concepto que cambia el panorama de la prevención de una enfermedad para la que aún no existe un tratamiento eficaz ni cura.

Brusco y un equipo internacional de investigadores postularon que la resiliencia cognitiva, entendida como la susceptibilidad o riesgo genético y ambiental de padecer Alzheimer -junto a la identificación de más de 15 factores de riesgo modificables- puede retrasar la aparición de la enfermedad neurodegenerativa o incluso lograr que no se desarrolle al tomar medidas preventivas. /Infobae